¡APERTURAS a SOLUCIONES!
En el año 2014, en la sede del Consejo Pontificio para los
Laicos, Su Excelencia Mons. Josef Clemens, secretario del dicasterio, (algo
como un tribunal), hizo entrega de decreto con el que La Legio Mariae es
reconocido como asociación internacional de fieles y por medio del cual se
aprueban los estatutos de esta realidad eclesial.
Nacida en el año 1921 en Dublín, Irlanda, por iniciativa de
un grupo de unas pocas personas bajo la conducción de Frank Duff, funcionario
del Ministerio de Hacienda y después secretario privado del Ministro de Defensa
irlandés, esa histórica asociación experimento, en sus casi 100 años, una
difusión capilar en el mundo. A través
de la formación de miles de grupos en todos los continentes se ha difundido la
identidad propia de la Legio mariae, profundamente arraigada en la
espiritualidad mariana y en la entrega al Espíritu Santo, que propone a sus
miembros, como objetivos prioritarios, la propia santificación y la
participación en la misión evangelizadora de la Iglesia a través del compromiso
en tantos apostolados al servicio de los más necesitados y de los que esta
alejados de la Fe.
Tal como afirmo Mons. Josef Clemens, la Legio Mariae se
convierte en un signo palpable de como el ¨Espíritu del celo misionero entre
los laicos, a menudo vivido junto al compromiso cotidiano en la familia y en la
actividad laboral, puede ir al compás de una profunda comprensión de la llamada
a la santidad recibida por medio del Bautismo¨.
¡Vivir el Espíritu del mismo amor como el ejemplo de María
cotidianamente y en cada momento y situación!
Ayer, el Padre Julio (quien todos sabemos es un Santo en la Tierra), de Santa Rita media bromeaba. Él decía, ¨dicen que los cárceles están tan
llenos de hombres. Hay muchísimos
hombres en las cárceles. En cambio hay menos
mujeres en las cárceles. Sin embargo las
iglesias están llenos de mujeres. Yo exclame´, ¨tampoco hay muchas mujeres en las guerras¨! ¨Esta energía y fuerza positiva es muy importante y puede hacer mucho en nuestro mundo¨, seguia diciendo el Padre.
Obvio, que el Espíritu no es ni femenino ni
masculino, y al abrirnos al Espíritu (como Jesús dijo al sordomudo cuando le
curo´, ¨Effata´ o ¨Abrite¨), encontramos la apertura para soluciones a lo que parecía sin sonido o
vacío de vocalización. El ejemplo de
María, y esa fuerza de la oración y búsqueda de lo espiritual sobre lo material
¡nos dan una apertura nunca antes pensado!
El Allocutio (o pequeño discurso) que sigue del Concilium por el P. Bede McGregor OP (Director de la Legion de Maria), habla
de un grave problema específico:
LA LEGIÓN DE MARÍA
Y EL ISLAM
Las estadísticas nos dicen que la población musulmana es de
1.600 millones o aproximadamente el 23% de la población del mundo. Eso es una fuerza
formidable hoy en el mundo; ellos están pocas veces fuera de las noticias, y a
cause de algunos movimientos extremos dentro del Islam, hay una hostilidad
creciente hacia ellos en el resto del mundo. Nosotros no podemos cruzarnos de
brazos e ignorar estos hechos como si el Islam fuera totalmente irrelevante
para nosotros. Necesitamos saber cuál es la actitud y enseñanza de la Iglesia
Católica en lo que concierne al Islam. Este debe ser siempre el punto de
partida para el acercamiento de la Legión al Islam.
Déjenme citar la declaración del Concilio Vaticano II sobre
la relación de la Iglesia con las religiones no-cristianas: “Por consiguiente,
exhorta a sus hijos a que, con prudencia y caridad, mediante el diálogo y
colaboración con los adeptos de otras religiones, dando testimonio de fe y vida
cristiana, reconozcan, guarden y
promuevan aquellos bienes espirituales y morales, así como los valores
socio-culturales que en ellos existen”. Estas palabras expresan la actitud
básica de la Iglesia católica hacia todas las religiones no cristianas. Luego
el Concilio, pasa a abordar palabras específicas sobre el Islam: “La Iglesia
mira también con aprecio a los musulmanes que adoran al único Dios, viviente y subsistente,
misericordioso y todo poderoso, Creador del cielo y de la tierra, que habló a
los hombres, a cuyos ocultos designios procuran someterse con toda el alma como
se sometió a Dios Abraham, a quien la fe islámica mira con complacencia.
Veneran a Jesús como profeta, aunque no lo reconocen como Dios; honran a María,
su Madre virginal, y a veces también la invocan devotamente. Esperan, además,
el día del juicio, cuando Dios remunerará a todos los hombres resucitados. Por
ello, aprecian además el día del juicio, cuando Dios remunerará a todos los
hombres resucitados. Por tanto, aprecian
la vida moral, y honran a Dios sobre todo con la oración, las limosnas y el
ayuno”. Estas palabras expresan las áreas de convergencia entre las dos
religiones, sin diluir las profundas diferencias.
Vale la pena señalar que en muchas Reuniones Internacionales
el mundo islámico ha apoyado al Vaticano en cuestiones morales claves, a pesar
de las actitudes hostiles de muchos países secularizados. He citado la enseñanza de la Iglesia con
respecto al Islam, pero ¿qué registra la Legión en relación al Islam? Dos
fuentes importantes son el Manual y un artículo de Frank Duff, escrito antes
del documento conciliar, titulado “Jesús y María en el Corán”. Más que citarles
largos fragmentos de estas fuentes, permítanme poner en mis propias palabras lo
que, pienso, son las principales convicciones contenidas en ellas. Primero, el profundo interés de Frank Duff en
el Islam tiene su contexto en el mandato del Señor Resucitado: “Vayan y prediquen
el Evangelio a toda criatura”. Este mandato del Señor define el apostolado como
lo entendió Frank Duff. Es también el ADN de la espiritualidad legionaria. Es también
la razón última por la que la misma Iglesia es llamada católica. Debería incluir a todas las personas del
mundo en su extensión. Por lo quees impensable que la Legión omitiera ofrecer
el Evangelio a mil seiscientos millones de musulmanes.
En segundo lugar, lo que les ofrecemos debe ser realmente el
Evangelio. Debe ser verdaderamente la
Buena Noticia, la mejor noticia posible que cualquier persona pueda oír. Así
que nos remontamos al libro del Génesis y les contamos que han sido hechos a
imagen y semejanza de Dios. Fueron elegidos por Dios para existir; fueron
amados para su existencia y Dios no puede retirar ese amor, aun cuando es
posible que nosotros podemos retirárselo a Él en nuestra libertad humana. Luego
seguimos explicando la obra de la Redención. Nos damos cuenta desde luego que
la idea de un Salvador Crucificado es aborrecible para el musulmán, pero
debemos intentar explicar que la Cruz es el gran signo de que el musulmán
–como, de hecho, cualquier persona de cualquier fe o circunstancia- es infinitamente
importante para Dios. Seguramente ninguno puede objetar por mucho tiempo que se
le diga la verdad de que ellos son infinitamente gratos para Dios, no importa
cuán insignificante o indigno puedan pensar que son. Y esa es la Buena Noticia.
En tercer lugar, Frank Duff en su artículo señala lo sagrado
que es el Corán para el musulmán. No hay ninguna mediación humana en su composición
y por eso exige absoluta reverencia precisamente como palabra y revelación de
Dios. Por lo que hay una gran providencia en el hecho de que Jesús y María
tengan un lugar muy importante en el Corán.
El musulmán tiene ya una gran veneración hacia Jesús y
María, así que nos es dado un gran punto de partida en nuestro contacto con
nuestros amigos musulmanes. Pero la conversión del Islam a la plenitud de la fe
cristiana no se llevará a cabo por sí misma. Siempre, la cooperación humana constituye
una condición necesaria. Aquí es donde entra la Legión y lo que nos pide María
en relación a sus hijos musulmanes. No sorprende que Frank Duff escriba: “En lo
que sigue, trato de presentar un modo de aproximación a ellos, basado más
particularmente en la Santísima Virgen, cuya posición en el Islam es
considerable y extraordinaria. Ella parece representar un terreno común, capaz
de un desarrollo fructífero, tanto en el orden de la gracia como el
psicológico”. Señala que los musulmanes creen en la Inmaculada Concepción de
María y el nacimiento virginal y tienen un auténtico afecto por Ella.
En la tradición islámica leemos: “Cada hijo de Adán es
tocado por Satanás en el momento de su nacimiento, excepto el Hijo de María y
Su Madre”. Así que María nos da una entrada maravillosa al corazón del Islam.
No obstante la pregunta debe ponerse siempre ante nosotros
¿qué estamos haciendo al respecto?
Lo que provocó esta Allocutio, fue el pensamiento constante
en nuestros hermanos legionarios viviendo en países predominantemente
islámicos. En algunos lugares los cristianos y musulmanes viven en buena
vecindad y en intercambio mutuo, pero en otros lugares hay un indescriptible
sufrimiento y persecución, y muchos legionarios viven vidas heroicas. Pido a
toda la Legión mundial apoyar a nuestros legionarios en estas situaciones
nefastas con nuestras oraciones, especialmente la Misa, y de cualquier otra
forma que podamos. San Gabriel arcángel intercede por nuestros hermanos y hermanas
musulmanes y todos nuestros legionarios que viven y trabajan en medio de ellos.
Amén.
LA SANTIFICACION PERSONAL
María se deja conducir por el Espíritu Santo en un
itinerario de Fe hacia un destino de servicio y fecundidad. Hay un estilo
mariano en la actividad evangelizadora de la iglesia, porque cada vez que
miramos a María volvemos a creer en lo revolucionario de la ternura y del
cariño. Ésta dinámica de justicia y ternura, de contemplación y de caminar
hacia los demás, es lo que hace de ella un modelo eclesial para la
evangelización. En ella vemos que la
humildad y la ternura no son virtudes de los débiles, sino de los fuertes, que
no necesitan maltratar a otros para sentirse importantes.
Movidos por el Espíritu Santo, siguiendo el modelo de María,
los legionarios, en cada casa a la que
visitamos llevando la imagen de la
Virgen, en cada enfermo al que nos acercamos llevándole palabras de aliento, en
cada anciano al que escuchamos con tiempo y respeto, cada vez que levantamos
una oración o plegaria con la convicción de que Dios nos escucha y nos
responde, o al obrar desde la solidaridad y misericordia humano, y en el amor
que tenemos entre nosotros, en cada entrega de amor, se va realizando la plena
santificación, y se concreta así aunque a veces nos pareciera tan imposible, la
promesa de Jesús que dice “yo hago nueva todas las cosas”.